En este nuestro cuarto capítulo del folletín (digo manual) de decoración, Pantaleón y yo quisieramos hablaros de los suelos. En los años de “Cuéntame” en los que discurrió mi infancia (la de Pantaleón discurrió durante la guerra Franco-Prusiana, aunque le moleste que lo diga) la reina de los suelos era la moqueta. Lo único que elegías era el color.
Con el correr de los años y dispuesta a reformar y decorar mi primer y requete-hipotecado pisito, descubrí que el mundo de los suelos (perdón, en técnico, “pavimentos”) se había convertido en un laberinto de opciones y tecnicismos. Por una parte bien, porque no soy fan de la moqueta, por otra mal, porque el exceso de oferta me bloquea. Pantaleón le llama a eso mi “síndrome del buffet de desayuno de hotel”: ante la enorme oferta del buffet de desayuno de un hotel se me funden los plomos y me bloqueo. O acabo con un café y una tostada (pasando envidia de lo que comen los demás) o con un plato en el que conviven amigablemente una salchicha con una macedonia de frutas, unos huevos revueltos con yogur, unas setas con muesli y un croissant. Vamos, que no sé elegir. Lo de los pavimentos fue un calvario.
Al principio pensé que lo que me gustaba era la madera. Bien oscura y de tablones anchos, largos y macizos. Y allí que me fuí a una tienda de maderas que me recomendaron con las ideas bien claras: listones oscuros, anchos, largos y macizos.
Allí descubrí: que los listones naturalmente oscuros no existen, que al cortarla en tablas toda madera es más o menos clara. Que el color oscuro se lo da o el barniz o el paso del tiempo. Que si es por tinte o barniz y en algún momento tienes que acuchillarla (motivo principal por el que la prefería maciza) aparece su color original y hay que volver a tintarla. Que el listón ancho y largo es lo que gusta a todo el mundo y que por eso, entre otras cosas, vale una pasta. Y una pasta es una pasta. De verdad. Me enseñaron unas cosas más baratas, de medio plástico, que imitaban a madera y que cada vez que pisas parece que vas a romper a bailar claqué (por el ruido que hacen) y me fui de allí cabizbaja y deprimida.
Entonces empecé a ver fotos de piedras calizas rugosas…
puestas en interiores, e incluso en interiores de ciudad. Me gustaron mucho. A Pantaleón le pirraban porque tienen ese toque castillo medieval y claro… todo lo que huela a “rancio abolengo” al mono le mola que le mata.
Resultó que las calizas que me gustaban – al igual que la madera que me gustaba – eran piedras antiguas recuperadas. Otro pastón. Me enseñaron otras piedras calizas nuevas que soltaban polvillo en la mano al cogerlas (como una tiza) y que tenían pinta de absorber muy bien toda mancha de líquido que pudiese eventualmente caer. Me recomendaron a un marmolista que se llamaba Pablo (no es coña). Guardé su teléfono en mi movil como “Pablo Marmol”, le llamé y con él que me fui a una cantera a Mostoles a ver piedras. Había un montón. Sufriendo del sindrome del buffet de desayuno de hotel le pregunté angustiada a Pablo Marmol: “Pablo, ¿tú qué pondrías?”. “Madera” me contestó el marmolista.
Exploré los mundos oscuros de los cementos pulidos (teñidos o sin teñir) y de los suelos continuos de resina epoxi que eran “lo más” en el momento. Me gustaba el suelo sin juntas, continuo, pero me preocupaba cómo envejecería el producto. El suelo de tu casa no es algo que cambias todos los días.
Pantaleón estaba radicalmente en contra. Y volví a pensar en otras opciones. ¿Azulejo hidráulico? Maravillosos si los tienes. Si hay que empezar de cero necesitas una segunda hipoteca.

Baldosa hidraúlica – Via Nuevo Estilo. La junta entre una y otra zona está muy bien resuelta con la colocación de una madera.
Y luego me di cuenta que quizás no sea tanto el “qué pones” como el “cómo lo pones”…
Que no es tanto el suelo, sino la colocación. Madera, piedra o azulejo antiguos reciclados son absolutamente maravillosos en sí mismos, pero son el “Rolls Royce”. Si solo tienes presupuesto para “second best”, que tu imaginación supla la calidad del material…
Así, puedes diseñar un patrón de colocación que distraiga del mero material en bruto…
¿Que tus maderas son cortas y estrechas? Ponlas en espiga…
¿Que sólo tienes para azulejos comunes? Colocalos de forma divertida…
¿Que no te da para piedra caliza? Dedicate al suelo de barro…
¿No hay dinero para marmol en damero blanco y negro? Pintalo…
…o hazte uno con gres en lugar de marmol.
Pablo Marmol no tuvo éxito en sus consejos. Acabé con marmol. Me gusta el marmol. No es precisamente nuevo, pero algo que lleva más de 3000 años en utilización no puede ser malo del todo. Es eterno, lo puedes pulir cuantas veces quieras, le puedes pasar una fregona y no necesita alfombras (es más la mayoría no le van… es curioso pero el marmol “escupe” las alfombras casi tanto como la madera las acoge). Me gusta mucho la mezcla de marmol beige y blanco, como el de este hall, que me parece precioso:
También el clásico damero blanco y negro porque va con todo. La mezcla de blanco y negro anima y al mismo tiempo no molesta. Y tiene la virtud de que el negro esconde la “porquería” que invariablemente, con el tiempo, y por mucho que te empeñes, acaba “manchando” las juntas de todo suelo no continuo…
También nos gusta colocado así, que quizás es menos marcado…
¿Y tu madera? Pues pintala también si quieres. No pasa nada. Si cambias de idea se acuchilla y barniza como si jamás la hubieras pintado…
Puestos a pintar, hemos visto incluso esteras pintadas…
Eso sí, no cualquier pintura sirve. Existe una especial para suelos que es más resistente. En Farrow & Ball tienen una especialmente buena, pero dados los precios no se si la recomendamos…
La madera pintada de blanco nos gusta mucho. Es cálida y fresca a la vez. También la decolorada, por el mismo motivo…
Porque lo cierto es que nuestra pasión por el marmol no llega hasta el punto de ponerlo en un dormitorio. Lo de bajar el pie de la cama y tocar frio no mola. En tu cuarto de dormir madera calentita y si no la hay… glups… ¿Moqueta?
¿Qué opináis?
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Hola de nuevo,
no quería parecer repipi, de verdad, pero todas nos hemos cruzado en la vida con esos “expertos” que te sueltan: ” Señora, eso que usted dice es imposible/ está equivocada/no existe/etc. porque yo de esto entiendo un rato y soy un EXPERTO” tu te quedas “Ah, será así si usted lo dice” y él mirándote castigadoramente….
( Esto me ha pasado mucho con el gremio de los “artistas”:carpinteros/ebanistas, albañiles, fontaneros, pintores, electricistas, tapiceros e instaladores de suelo….)-
Te entendí perfectamente cuando te enfrentaste a la dura tarea de elegir el suelo,yo pase por lo mismo para elegir el mio de pasillo cocina y baños ya que en las habitaciones ,hall y salón hay un parque de castaño(maravilloso según el que lo acuchillo )que la verdad quedo bastante bonito con el barniz mate(aunque el lo prefería mate o brillante y yo erre que erre mate please)el que yo quería era un suelo de madera recuperado y al final debido al poderoso caballero Don Dinero acabe con un flotante de tono similar al parque ,horrendo, que suena tac tac como tu dices pero el bolsillo manda
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