“Así que el nombre se lo puso Marco Polo..”
“Yes darling. Así lo cuenta en el Libro de las Maravillas. La primera vez que la vio, en sus viajes por China, tan brillante, translúcida y blanca le recordó al nácar del interior de una concha, en italiano porcella. De ahí porcelana” me cuenta Pantaleón.

¿Recordáis el pabellón chinesco que vimos el año pasado en Maison & Objet? Lo hemos localizado – y comprado – en www.terresdest.fr
“Pero la porcelana la conocían ya en Europa antes de los viajes de Marco…”
“Sí” confirma el mono “las primeras piezas comenzaron a llegar hacia el siglo XIV, siguiendo la ruta de la seda. En Europa no se había visto nada igual. Nuestra loza, más o menos refinada, era más tosca y blanda. Se rayaba fácilmente y no era translúcida. Lo que los chinos llamaban “Tzu”, la actual porcelana, estaba a años luz de nada de lo que se había visto antes”
“Y entonces les picó el bicho y comenzó la enfermedad, la locura, la pasión por la porcelana. Los chinos descubrieron un negocio fantástico y crearon una fábrica en el puerto de Jingdezhen destinada exclusivamente a producir porcelana para exportar a Europa. Los modelos que pintaban estaban hechos expresamente para satisfacer el gusto europeo – a los chinos no les gustaban – y se cargaban en grandes buques camino de europa. Lo que los ingleses y portugueses llaman “Porcelana China de Exportación” es lo que en España llamamos porcelana de la Compañía de Indias”
“Tengo un poco de confusión con eso” le confieso al mono “¿De quien era la compañía de Indias? ¿Nuestra? ¿De los portugueses?”
“Comprendo la confusión, darling” me dice Pantaleón “porque no hubo una Compañía de Indias, ¡sino seis!. Una portuguesa, una inglesa, una danesa, una sueca, una holandesa y otra francesa. Los españoles nos quedamos fuera. Estábamos ocupados acallando la enésima revuelta en Flandes y lamiéndonos las heridas del fiasco de la Armada Invencible cuando portugueses y holandeses aprovecharon para adelantarnos por la derecha en la ruta a las indias. Y nos quedamos fuera del juego”
“¿Y de quien de los seis es la porcelana de Compañía de Indias?”
“De todos ellos” me dice el mono “date cuenta que eran sólo importadores. El origen es el mismo, la fábrica de Jingzedhen. Aunque quienes cortaban el bacalao – o mejor dicho el kaolín – eran los portugueses y, sobre todo, los holandeses”
“La Compañía Holandesa de las Indias Orientales o la Vereenigde Oostindische Compagnie conocida por sus iniciales, VOC, acabó teniendo el práctico monopolio de la exportación de la porcelana china. En 1669, la VOC era la compañía privada más rica y poderosa del mundo. Contaba con 150 barcos mercantes, 40 navíos de guerra, 50.000 empleados y un ejercito privado de más de 10.000 hombres. Los dividendos anuales medios que pagaban a sus accionistas eran del 40%. ¡Riéte de Madoff!”
“Sus marcas son las más copiadas por los falsificadores. Desconfía de un plato con marca VOC en el dorso. Los holandeses no marcaban toda su porcelana de exportación y la marcada – muy falsificada – tiene unos precios muy por encima de mercado.”
“¿Y mantuvieron los Holandeses con el monopolio de la porcelana?” pregunto fascinada
“No. Mientras tanto, en Europa no se quedaron con los brazos cruzados viendo como los chinos y los holandeses acaparaban el mercado. Desde el siglo XVI media Europa enloquecía buscando febrilmente el secreto de la fabricación de la porcelana china. Ingleses, franceses, italianos, alemanes… todos mezclaban todo tipo de ingredientes para lograr el codiciado secreto. Fueron casi dos siglos de intrigas, espías, traiciones y secretos. No bastaba con lograrlo, había que lograrlo el primero…”
“Luis XIV, Francisco de Medici, Augusto de Sajonia… todos se embarcaron en una loca y frenética carrera por encontrar el secreto de la porcelana. Los alemanes hasta inventaron un término, la Porzzellankankheit: la enfermedad de la porcelana“
“La locura por la búsqueda de la formula secreta le costó al alquimista Friedrich Böttger doce años de cautiverio en manos de Augusto II el Fuerte de Sajonia, quien padecía de un severo brote de la enfermedad de la porcelana. El elector de Sajonia mantuvo a Böttger preso en Dresde, bajo altas medidas de seguridad – ventanas tapiadas, puertas cerradas a llave, mínimo contacto humano- para proteger la fórmula en caso de que diese con ella, y gastó sumas ingentes de dinero para encontrar el proceso exacto de elaboración. El alquimista quedó medio ciego, alcohólico y con depresión. Pero en 1710 descubrió el secreto de la porcelana.”
“¡Fueron los alemanes!” grito entusiasmada como si hubiera descubierto la identidad secreta del asesino de Kennedy.
“Fueron ellos sí, pero 10 años y unos cuantos sobornos y traiciones más tarde toda Europa tenía el secreto. Bueno, toda menos los ingleses. Esos habían inventado su “bone china“, una pasta hecha con polvo de huesos, más translúcida pero menos dura que la porcelana, y se habían quedado satisfechos con eso”

Herend, Royal Garden. Diseño de la fábrica húngara para la boda del Príncipe Guillermo de Inglaterra con Kate Middleton, a quienes regalaron la vajilla
“La clave de la porcelana, además de su extrema blancura y dureza, es que se podía pintar una vez esmaltada, esto es, que aguantaba varias cocciones. Hasta entonces los experimentos con lozas daban resultados desiguales. Los colores cambiaban con el “gran fuego” y se mezclaban con la loza que es porosa. En Meissen, Sajonia, no sólo comenzó su andadura la porcelana europea, sino que empezó también la historia de la pintura sobre porcelana, que comienza con el ilustre Horoldt y llegá hasta tú y yo ” termina el mono con su habitual humildad.
Cierto. Pantaléon y yo, gracias a su adorada amiga Cuqui R., a cuyos buenos oficios debemos esta oportunidad, hemos comenzado a pintar porcelana. Un mundo fascinante. Unos locos de “L’art de la table” como el mono y yo teníamos, antes o después, una cita con este destino. Así que este es un post auto indulgente con fotos de modelos “copiables” por unos principiantes. Porque sí, no ocultamos nuestro amor por Anna Weatherley…
Ni nuestras ansias de dar unos “hermanitos”, en forma de tazas de consomé, a nuestra vajilla de orquídeas…
Pero todo esto está fuera de nuestras posibilidades ahora mismo así que ¿es posible hacer cosas bonitas con estas morcillas que tenemos por manos?. La respuesta es sí. Marie Daage y sus diseños falsamente sencillos nos lo han demostrado:
A veces es cuestión de un simple borde en color con un filo de oro..
O unas rayas…
O unos dibujos simples sabiamente combinados…
Existen modelos preciosos eminentemente “pintables” por unos principiantes, como este de Bernardaud…
O los famosos corales que diseñó Alberto Pinto para Raynaud…
Existen dibujos sencillos muy combinables…
Curiosamente, antes de empezar a pintar nos fijábamos más que nada en el dibujo de una vajilla. Ahora, al contrario de lo que debería ser, nos damos cuenta que es igualmente importante la forma. Por eso este plato de Alberto Pinto con un simple filo dorado puede ser una grandísima compra si se combina bien…
Y que una buena vajilla blanca da mucho juego. Puedes cambiar el mantel, la decoración o el color de las copas, o combinarla con platos de colores con resultados espectaculares… ¡Y muy distintos!
Creo que si tuviera que tener una única vajilla me compraría una blanca con filo dorado y la combinaría con unos platos de postre con dibujo, muy espectáculares y unas tazas de consomé también distintas.
En realidad, lo que hace verdaderamente espectacular una vajilla es la combinación de sus piezas. El llamado “plato de presentación” con un plato distinto encima, o la taza de consomé con todos sus “complementos”…
Por eso es importante que las piezas que tengan combinen entre sí, para poder hacer un buen “lego” interesante.

Plato llano diseño de Charlotte Moss para Pickard China, y el de las flores es Chelsea Botanicals de Mottahedeh. La combinación es lo que lo hace bonito.

Duseño de Charlotte Moss para Pickard China. ¿A que sin el plato de las flores moradas no vale ni la mitad?
“Bueno” dice el mono retomando nuestro asunto “¿Y de qué colores la pintamos?”
“Yo creo que está claro” le digo “filo dorado desde luego, que viste mucho, fondo blanco y luego una combinación de fucsia y verde o morado y verde o los tres. Siempre los colores que existan en las flores que puedas poner. Me parece más fácil”
“Humm… no está mal” dice el mono “¿y un pequeño motivo en medio del plato?”
“¿Como cual?” le pregunto
“Oh darling…. no se… ¿un mono?”
PD: Porcelana blanca para pintar en www.maisonporcelaine.com