Ahora que el 14 de febrero ha quedado casi olvidado, nadie (Pantaleón) podrá acusarnos de ser clichés o algo peor si proponemos una cena romántica. El menú está elegido teniendo algunas claves en mente: a) que cuente con ingredientes tradicionalmente considerados “románticos”, por si hay algún despistado suelto, que se dé cuenta; b) que pueda hacerse dejando casi todo preparado antes de la cena para que ésta discurra sin muchos paseos a la cocina que interrumpan las miraditas tiernas y suspiros varios; y c) muy importante para mí, que termine con chocolate pero sin dejarnos con la sensación de haber comido como un buitre. Con todo esto, el menú resultante es:
De Primero, Ostras al natural.
De Segundo, Magret de pato con habitas salteadas.
De Postre, Mousse de chocolate clásica.
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