“Nunca hemos escrito sobre cocinas de campo ¿verdad?” me pregunta el mono, macaron de frambuesa en una mano y copa de champagne en la otra.
“¿Cocinas de campo?” pregunto
“Yes, Darling, cocinas de campo…. La cocina de una casa de campo” me dice Pantaleón fingiendo infinita paciencia.
“No” contesto “hemos escrito sobre cocinas en general y sobre cocinas pequeñas en particular” le digo “pero no específicamente sobre cocinas de casas de campo”.
“Pero nos lo pidieron, n’est ce pas?” insiste el mono
“Sí” confirmo “nos lo pidieron”
“Y no lo hemos hecho.”
“No, no lo hemos hecho”
“Pourquoi pas?” se interesa el mono.
Buf. Qué cruz.
“Pues porque me pareció elitista” le contesto “Para tener una cocina de campo primero hay que tener una casa de campo y eso no está al alcance de cualquiera… y este es un blog con vocación generalista. Para todos. No para unos pocos”
“Mon Dieu! ¡Qué arranque de rojerío!” dice el mono escandalizado “¡Si pareces Pablo Iglesias!. Toma, dale un sorbito al Champagne a ver si se te pasa” me dice ofreciéndome una copa
“Estás totalmente equivocada, querida” me dice el mono “Tú problema es que aún crees que una casa de campo viene rodeada de 500 hectáreas de finca, darling, y eso ya no es así… Un granero semiderruido en mitad de la nada con un jardín de 1000 metros es ahora una casa de campo, petite. No estás para nada al día. ¡Todos tienen una casa de campo!. Incluso hay gente que vive todo el año en su casa de campo… por ejemplo tu amigo ese, el alto..”
“¿Javier?” pregunto “pero si vive en Las Rozas…!!”
“¡Precisamente!” afirma el mono.
Se me había olvidado que para el petardo de simio este todo lo que quede fuera de la M-30 y no tenga un VIPs debajo es campo. Pero él insiste en que el problema es mío, que desconozco el fenómeno del “neo-rústico”
“¿Qué diablos es el neo-rústico?” le pregunto un poco irritada
“Pues es el nuevo modelo de casa de campo” me aclara el mono “sin guardés, ni caballos, ni biblioteca, ni veinte cuartos de invitados…“
“El neo-rústico” continúa Pantaleón “requiere una infraestructura distinta. Por ejemplo, en el campo actual es necesaria una cocina abierta al salón y comedor…“
“Te preguntarás por qué” me dice, aunque yo no me esté preguntando nada “Pues es fácil: Es eso o media docena de filipinos. Bueno, mejor rumanos” se corrige “que en el campo dan mejor resultado. Y no hay más opción. Has de saber que en el neo-rústico no hay servicio y, francamente, darling, si el único “cuerpo de casa” es tu propio cuerpo serrano, más vale que te mejores las condiciones laborales todo lo que puedas…“
“Hay que inspirarse en la practicidad de las casas americanas – que llevan lustros sin tener servicio doméstico, les pauvres – y buscar un sistema para que la anfitriona trabajadora pueda participar en la tertulia mientras hace las migas, o vigilar al satán de su niño mientras hace el té, o llorar a moco tendido con el peliculón de la tarde mientras hornea el cake del desayuno…“
“La “family room” a la americana, que combina salón, comedor y cocina en un único espacio bien grande, es una idea excelente para el nuevo modelo de casa de campo…”
“Los inconvenientes principales de la cocina integrada – los olores y las terribles visiones de cazuelas sucias – pueden solucionarse en el campo. Para los olores, muchas ventanas, mucha luz y mucho espacio abierto ¡que para eso estamos en el campo! y por la noche, el olor de los troncos de encina ardiendo en la chimenea es mejor y más entrañable disimulador de olores….”
“Las terribles visiones de cacharros sucios pueden solucionarse teniendo dos fregaderos. Y bien profundos. Los recomiendo en todo caso, porque el fregadero de una cocina de campo tiene mucho uso. No sólo se utiliza para asuntos culinarios, sino también para cortar y colocar flores, para lavar manos sucias y para hacer de improvisado acuario del inevitable galápago o renacuajo recién atrapado por la prole…”
“Dos fregaderos. Y de cocina, o bien un AGA que sirva de calefacción además de cocina o una cocina de inducción que reduce el consumo de electricidad. Y un congelador arcón. Y una nevera que haga hielos, que en el campo no hay donde comprarlos. Y una gran despensa. Y una zona de lavadero.”
Vaya. Parece que el neo-rústico no es tán ascético y democrático como parecía…
“En cuanto a la cocina en sí” continúa Pantaleón “creo que hay que evitar la tentación de que sea demasiado campestre. No es necesario llenarla de botijos y de mesas tocineras sólo porque estés en el campo…”
“Esas cocinas excesivamente campestres con una cuerna de venado colgada encima de la cocina a modo de extractor de humos no me convencen del todo” dice el mono “Me recuerdan a esos que cree que para ir a cazar hay que ponerse hasta la ropa interior de color verde botella. No, no, y ¡no!. El neo-rústico tiene un toque industrial. El neo rústico recicla. ¡Al neo rústico le gusta el cemento pulido!…”
“Hay que recordar que tu casa de campo es una casa de campo de las de ahora, o sea: humilde, asequible, divertida y relajada. No es Blenheim, es un sitio donde poner una mesa de madera vieja con sillas que sirvan igualmente para interior y exterior, sofás y butacas con fundas lavables, suelos a los que se les pueda pasar una fregona… una casa donde puedan correr a sus anchas niños y perros sin que su dueña hiperventile..”
“La cocina de la casa de campo es tu segunda cocina. No es necesario gastar mucho. Puedes recurrir a las baldas de obra encaladas en blanco, a las puertas de madera reciclada, o incluso a las estanterías abiertas cubiertas con una simple tela. ¿Qué las cosas se ensucian más en estanterías abiertas? Pues sí, pero bueno, que tampoco es que vayas a llevarte al campo la vajilla de Herend para 24 que heredaste de la abuela ¿no?.”
“La nueva casa de campo, Darling, es una casa democrática y relajada, asequible y divertida. No viene acompañada de miles de hectáreas, sino de un pequeño jardín y la posibilidad de pasear por montes comunales o el parque natural más cercano. La era del latifundio pasó, y las grandes fincas caen como tiranosaurios en extinción, heridos de muerte por esa terrible maldición: ¡el pro-indiviso!”
“Pantaleón” le riño “deja de decir tonterías. Compartir cosas no es tan terrible. Mejor eso que nada.”
“Non!” se rebela el mono “¡prefiero compartir cepillo de dientes que casa de campo! Tú no lo entiendes porque no conoces a mis hermana Panffy..¡¡Terrible!! ¡¡Insoportable!! ¡¡y muy doloroso!!”
“¿Panffy?” pregunto
“Abreviatura de Pánfila” me aclara “María Pánfila, para ser exactos. Y con eso” dictamina el mono “lo digo todo”