Dorothy dedica párrafos enteros de su libro a elección de la chimenea, su mantenimiento y decoración. Morillos bien lustrosos, troncos bien apilados, una cesta bien grande llena de eucaliptos en verano, y un buen fuego en invierno…
Pantaleón, que es medio pirómano, está plenamente de acuerdo con Dorothy, y enciende su chimenea a la mínima provocación. Basta con que la temperatura exterior baje de 15 grados para que considere que es un buen momento para ponerse a quemar troncos de encina (el mono es snob hasta en la elección de la madera a quemar. Hace ascos al pino y al eucalipto, por no decir nada de esos conglomerados que venden a precio de ébano en las gasolineras y que le provocan sarpullidos). Yo, que no tengo salida de humos en casa, no prendo fuego a nada, pero no renuncié a la chimenea como elemento decorativo porque creo que no los hay mejores.
Dorothy también me da la razón. Lo mejor es una chimenea encendida, lo segundo mejor, una chimenea, aunque no esté encendida.
La chimenea ha sido de toda la vida la excusa perfecta para organizar la distribución de los muebles de un cuarto. Cuando se usaba, era normal colocar el sofá enfrente de la chimenea, o dos sofás enfrentados uno a cada lado de la misma, para asegurarte de que el calor te llegara.
Con la llegada de la calefacción la chimenea dejó de usarse (limpiarla es mortal) pero se mantuvo como elemento decorativo. El tema del calor estaba resuelto, pero dado que a nadie se le ocurre colocar dos sofás centrados alrededor de un radiador, la chimenea se mantuvo como forma de “anclar” la colocación de muebles en perpendicular a una pared. Porque si pones dos sofás enfrentados, pegaditos en perpendicular a una pared ¿qué demonios pones en la pared de marras para que no parezca que nos reunimos todos en torno a un enchufe?
Opciones hay, pero no son muchas, y entre ellas, reina la chimenea.
Si tienes un salón alargado, la chimenea es fundamental.
Pantaleón enumera sus ventajas: “Es decorativa, ocupa poco – tiene poco fondo – y colocada en medio de una pared pide a gritos que construyas una zona de estar a su alrededor”
“Mejor de verdad” me dice “pero si no es posible, entonces un frente de chimenea pegado a la pared sirve. Trátalo como una consola” me aconseja “porque en realidad es un mueble. Y aprovecha la oportunidad para ser un poquito original” añade “sólo porque tengas una chimenea, no es NECESARIO colgar el retrato del bisabuelo encima…”

Chimenea de los duques de Windsor en su casa de Paris. El retrato, aunque parezca Frida Kahlo, es de aquella a quien la Reina Madre llamaba “that woman”.
“Si el bisabuelo ha de ser expuesto, al menos ponlo en un lugar menos convencional”
“De eso no pequé, señor mono” pienso toda orgullosa pero antes de alardear de ello me doy cuenta que tampoco me aventuré mucho. Encima de mi chimenea tengo un espejo, el segundo elemento más utilizado en ausencia del retrato del bisabuelo. Vale que mi espejo es redondo y tiene una cabeza de rinoceronte de papier maché pegada encima, pero es un espejo. Como tantas otras chimeneas con espejo….
“Tu espejo no está mal” me dice el mono generoso “al menos es un espejo proporcionado al tamaño de tu chimenea. No como esas cosas que se ven por ahí”. Proporción. Sí, lo recuerdo. Sobre esto Dorothy también ha dejado algo escrito. Sobre la proporción de la chimenea en relación al cuarto que ocupa y sobre la proporción de lo que pones encima con el tamaño de la chimenea. Y no sólo escribió sobre ello, nos dejó estos dibujos para tenerlo todo bien claro…

Diseño de Dorothy en los años 40, con su famoso “sheet mirror” (plancha de espejo) que tanto le gusta poner en todas partes.
(e incluso así es sorprendente la cantidad de veces que se incumple esta regla y uno se encuentra con chimeneas demasiado grandes, o demasiado pequeñas con cosas puestas encima absolutamente desproporcionadas. Un paseo por pinterest os demostrará que lo que digo es cierto…)
“No tengo objeción al espejo encima de la chimenea” continua Pantaleón “aunque lo que me gusta de verdad es la chimenea de espejo…”
“…O incluso la chimenea pegada encima de un espejo”
“Esta estrecha relación entre espejo y chimenea viene de antiguo” me explica “antes servía para reflejar y multiplicar la luz de las llamas y la de las velas que se colocaban en su repisa”.
Así que era eso. De ahí la profusión de espejos sobre chimeneas. La mía tiene uno encima y también uno dentro, para tapar la pared que hay detrás. Me lo hice solita con un tablero de DM y dos kits de espejos LOTS de Ikea que pegué al tablero (vienen con pegatinas especiales para hacerlo). No fue uno de mis momentos DIY más gloriosos, tengo que reconocerlo, pero sirven para disimular que la chimenea es más falsa que Barce… ¡digo, Judas!
Hay muchas opciones para disimular la falsedad de la chimenea, desde luego pintar la parte inferior de otro color es fundamental (y quitar o disimular el rodapie). También funciona muy bien recubrir el interior de papel de falso ladrillo. Recomendamos éste de Koziel, muy real de aspecto y a precio muy asequible (existe en color blanco y en su naranja original)
Llenarla de libros o revistas…
De troncos..
Verdaderos o falsos…
O de cuernos, de corales, de jarrones, de plantas… Un buen cesto grande llenito de eucaliptos es lo que propone Dorothy y nos parece buena idea. También nos gustan las ramas de olivo…
O las velas…
O una falsa tapa…
Incluso – si te da por ahí – puedes hasta meter dentro la tele…
Porque otra de las cosas buenas de la chimenea es que se presta mucho a originalidades. Es un elemento tan esencialmente clásico que a nada que le pongas algo un poco “off” queda moderno…
Y lo mismo que te sirve como punto central de un cuarto, también se presta perfectamente a ser totalmente ignorada:
En el caso de la chimenea, todo son ventajas. Nos gustan las chimeneas recuperadas que venden en material de derribo. También hay algunas de madera en maisons du monde (en este caso no excesivamente logradas) por unos 300€ y de marmol venden un modelo estupendo en Better & Best por unos 1200€. En milanuncios.com, poniendo chimenea o frente de chimenea salen un montón de todo tipo de precios.
Nos gustan las chimeneas en todas partes. Salones, bibliotecas y halls….
Cocinas, dormitorios y comedores…
En el interior y en el exterior…
Incluso – de lo que más – en cuartos de baño.
“Conozco una casa deliciosa en Fuenterrabía” me dice Pantaleón “que tiene una falsa chimenea en el pasillo”. Sé cual es. Tanto casa como chimenea son de quitar el hipo.
¿Y vosotros? ¿Donde está vuestra chimenea? ¿Qué tiene encima? ¿La encendéis? ¿tenéis preferencias en cuanto a madera a quemar? ¿odiais las falsas chimeneas? ¿Odiais las chimeneas de todo tipo? ¿Nos odiais a nosotros por preguntones? ¡Contad!